Si te gusta el café tanto como a nosotros tienes muchas opciones a la hora de disfrutar de una buena taza y una de ellas es preparándolo con una cafetera francesa o de émbolo.

Este tipo de cafeteras se componen de un vaso cilíndrico y estrecho, una tapa con un émbolo que se ajusta a los bordes y un filtro que deja pasar el líquido y no los posos, tras mezclar el café molido con el agua, cuando se desciende suavemente dicho émbolo para que la infusión quede filtrada y lista para servir.

La atención a los detalles de la cafetera francesa

Preprar un buen café con esta cafetersa es sencillo, solo necesitamos hervir agua, echar un poco en la jarra y dejarla unos segundos para que se caliente la jarra. Luego quitaremos ese agua, verteremos el café molido, de forma que ocupe toda la base y a continuación verteremos el resto del  agua. Ahora solo tendremos que esperar apenas 3 ó 4 minutos y listo. Comparado con casi cualquier otro método de preparar un café, la cafetera francesa facilita un proceso de elaboración casi instantáneo.

Pero ojo, que como decía el sabio la importancia está en los detalles; y para obtener los mejores resultados, se debe comenzar disponiendo del café correcto, almacenado de una manera adecuada y molido al tamaño exacto. Como escribe Kim Ossenblok en su libro ¡Al Grano!, «El café, como el pan o el vino, ya forma parte de los alimentos ‘gourmet’. Las variedades, procedencias, métodos de cultivo, tuestes y preparaciones son solo algunos de los factores que influyen en su calidad. Sus cientos de aromas, sabores y texturas lo convierten en el nuevo ‘oro negro’ por su consumo mundial. Ya no solo se conoce al café por su formato instantáneo o en cápsula, sino que cada vez existen más formas de preparación y degustación».

 

El origen de la cafetera francesa

El origen de la cafetera francesa o de émbolo no está del todo claro, pues 200 años después de su creación franceses e italianos se disputan este ingenio. Lo cierto es que fue finalmente un italiano, el diseñador Attilio Calimani, quien registró el invento después de mejorar las pruebas iniciales de los galos Mayer y Delforge. En los años 60 fue cuando este sistema adquirió una enorme popularidad en Francia –de ahí el “apellido” de esta cafetera– y de ahí al resto del mundo.

Nuestra protagonista de hoy, la cafetera francesa, es muy sencilla ya que cuenta solo de dos partes: un recipiente, que puede ser metálico o de cristal –siempre más espectacular, pues permite apreciar el proceso a través del vidrio–, en el que infusionamos el café, y un émbolo que puede extraerse con facilidad y que cierra la jarra. Esta parte móvil es la que servirá de filtro a nuestra infusión, por lo que incluye una pequeña rejilla, a veces compuesta de varias formas metálicas superpuestas, para evitar que ningún poso se cuele en las tazas

Por eso es importante adaptar el punto de molido a las necesidades específicas de cada cafetera. En el caso de una cafetera francesa o de émbolo lo adecuado es escoger un molido grueso, pues no se necesita tan fino como en el caso de una expreso o una comercial. Así conseguiremos que los posos de café no pasen a través de la malla del filtro de acero inoxidable.

Para ello, se puede adquirir el café ya molido al tamaño correcto, o bien utilizar un molinillo que permita un control exacto del grano resultante.

 

Una cafetera idea para cafés altamente aromáticos

Podemos encargarnos nostros mismos de tostar y moler los granos de café verde en casa, así podíamos disfrutar de los aromas tan impactantes del cafe recién tostado aunque, para la cafetera francesa es ideal para cafés altamente aromáticos como el  Kopi Luwak.  Este tipo de cafés suelen ser muy delicados por lo que debemos conservarlo cuidadosamente ya que sus aromas y sabores  –que tanto valoramos– son muy sensibles (la mayoría provienen de los aceites aromáticos que poseen los granos, y que podrían estropearse si están expuestos al aire, a demasiado calor, etc.)

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El agua (preferiblemente destilada, algo muy sencillo de hacer en casa), debe haber hervido antes de añadirla sobre el café que reposa al fondo del recipiente. El truco es usar la cantidad equivalente al número de tazas que se desea infusionar, siempre dejando un par de centímetros de margen para poder llevar a cabo el “efecto prensa”. Una vez cubierto los granos de café con agua, es bueno remover la mezcla con una cuchara de madera antes de procede a cerrar la jarra con su parte móvil, pero sin empujar aún el émbolo hacia la parte inferior.

Como en todas las cosas de la vida es imprescindible el reposo. Basta dejar quieta la mezcla 3, 4 ó 5 minutos, dependiendo de lo fuerte que se desee el café. Este método permite extraer todos los aromas y aceites de los granos, dotando de un sabor especial a la infusión que no se logra mediante otras preparaciones. Después solo tendremos que empujar el émbolo con calma hasta su tope… y listo para servir.