Si tú también eres de los que no pueden vivir sin su dosis diaria de café, te conviene seguir leyendo, pues te vamos a presentar los cafés de origen, qué son, qué los hace tan únicos y diferentes entre sí. Para que elijas según tus gustos particulares. Y sobre todo, para que puedas obtener de tu café favorito toda la complejidad de su sabor y la profundidad del aroma, en función de la cafetera que tengas en casa.

Y es que, como escribió Rubén Darío hace un siglo y medio, «una buena taza de su negro licor, bien preparado, contiene tantos problemas y tantos poemas como un tintero». Desde luego, no es el único literato conocido que se ha referido a nuestra bebida favorita; pues si algo ha acompañado las largas noches de desvelo que a menudo asociamos con la inspiración es la cafeína.

Descubre los cafés de origen

Café de origen África

Empezamos presentandoos la variedad café de origen África, donde el café tuvo su origen (que no en vano recibe su nombre de la región etíope de Kafa). Y en concreto por la antigua Abisinia, actual Etiopía, donde cuenta la leyenda que en el ya lejano siglo VIII un joven pastor, llamado Kaldi, observó cómo sus cabras saltaban más excitadas que de costumbre tras haber ingerido las frutas de un arbusto.

El café de Etiopía se cultiva en las regiones de Sidamo, Kafa, Yirgacheffe y Jimma-Limu, situadas a más de 2.000 metros de altitud, donde los pobladores –y conquistadores– fueron descubriendo distintas variedades arábicas exquisitamente florales y elegantes, con una acidez fina y una baja cafeína propias de la zona.

De la región de Sidamo, la provincia más al sur de Etiopía, haciendo frontera con Kenia, importamos una de las mas puras variedades de arábicas que existen, y que ya hace tiempo que se utiliza a la hora de elaborar las mejores mezclas. Y limitando al limitando al norte con Sidamo, está la casi remota región de Guji, también al sur de Etiopía, de donde traemos un café que, si bien conserva la acidez y aromas herbales que suelen caracterizar a los cafés de Etiopía, nos ofrece una gama más amplia de sabores frutales y herbales, que incluso podrían llegar a hacer pensar a más de uno que la bebida se aproxima casi más a un té que a un café de origen.

Y sin salir del este de África tenemos también Kenya, de donde nos enorgullece traer sus dos variedades más apreciadas de cafés de origen: el de la región de Kirimuri, cultivado en los terrenos más volcánicos de Kenia. Intenso y frutal, su aroma y su calidad son altamente apreciados en todo el mundo, pues a pesar de tratarse de un café «con cuerpo» es al mismo tiempo de gusto suave, con una excelente acidez y un ligero aroma a vainilla y caramelo. Y el de Kirinnyaga, cultivado también en altura, con notas a caramelo y fragancia achocolatada y floral.

Pero el café ha sido siempre una bebida tan apreciada que no podía permanecer mucho tiempo ceñida a una único territorio. Y pronto pasó a hacer las delicias del mundo árabe, de donde –gracias al dominio turco de Anatolia– se expandiría al resto del mundo. Comenzando por Europa, alrededor del año 1600, y casi un siglo después a América del Norte, de la mano de los británicos (Boston), a Asia (Indonesia y Java) gracias a los holandeses, y a América del Sur (Brasil) en barcos portugueses.

Café de origen América

Del continente americano, nuestra oferta está pensada para hacer las delicias de los paladares más exigentes. Así, a los tradicionales cafés de América Central, esto es, Guatemala, Nicaragua, Bolivia, Panamá, El Salvador, Costa Rica… y por supuesto Jamaica, unimos los de Colombia, Bolivia, Brasil e incluso Perú. Sin olvidar el café mexicano.

De la finca Los Pirineos, en El Salvador nos llega el producto de Gilberto Baraona, maestro cafetero dedicado en cuerpo y alma a obtener lo mejor de sus cafetales, en el Volcán de Tecapa-Chinameca, 1.450 metros sobre el nivel del mar. Sus apreciables notas de chocolate, el dulzor de ciertos frutos del bosque, como la mora, y un toque dulce de panel hace que muchos entendidos lo tengan por el mejor café del mundo. Aunque te será difícil apreciar todos estos matices si no lo preparas infusionado mediante una cafetera de filtro o de émbolo.

Muy próximo, de Guatemala, y en concreto de la finca Las Salinas nos llega un café limpio en boca, que de hecho no necesita azúcar para saborearlo; en definitiva, una taza muy agradable, nada áspera. Perfecto para iniciarse al café por su lado dulce y suave, y especialmente indicado para expertos que huyen de la astringencia. Café uniforme, dulce y limpio, similar al de Nicaragua, de la misma variedad bourbon, cultivado en las laderas del Cerro el Diablo y también dulzón, con recuerdos a chocolate, frutos secos, zarzamora, y melaza al final.

A estas alturas –y nunca mejor dicho– ¿qué podemos decir nuevo sobre las Montañas Azules de Jamaica, cuyas condiciones climatológicas son perfectas para la plantación de uno de los mejores cafés del mundo? Un sabor inconfundible, ligeramente ácido, suave y equilibrado, con un toque afrutado, le otorga un merecido puesto en el Olimpo de los cafés.

Y no podemos dejar tierras americanas, en busca del Extremo Oriente y el continente austral, sin mencionar el café de origen colombiano Círculo de Oro, recolectado de forma manual y sometido a un proceso de control de su fermentación mediante lavado en agua y posterior secado al sol. Su tueste reciente permite resaltar las características en taza de este café que combina finos y penetrantes aromas florales y afrutados con un acentuado sabor marcado por una nota de acidez natural, y una agradable y prolongada persistencia aromática. Y sin salir de los Andes, el Café del Huila: uno de los más reconocidos internacionalmente de Colombia, excepcional por su fragancia y aroma intensos.

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Café de origen Asia

En Asia, adonde británicos y holandeses hicieron llegar nuestra bebida favorita, también se cultivan algunos de los mejores cafés de origen del mundo. El cinematográfico Kopi Luwak, que hizo “mondarse de risa” a Morgan Freeman en Ahora o Nunca, mientras le contaba a su compañero de convalecencia, Jack Nicholson, que el origen de tan caro café provenía de las defecaciones de las civetas indonesias, cuyas ácidos digestivos neutralizaban el amargor de estos granos en particular, y los dotaban de un sabor característico, con fuertes notas de especias y frutas, acidez media, entero, con un cuerpo y un retrogusto extraordinario. Nuevamente, nuestro consejo para un café delicado, es que su preparación conlleve mimo y una cafetera de filtro o de émbolo.

Y es que el café de Indonesia es admirado por su complejidad y carácter. Por eso, completamos nuestra oferta con el proveniente de la región de Gayo y del poblado de Wonosari (un café algo intrigante, de cuerpo profundo sin pesadez, y con una acidez que resuena en el interior envuelta en la riqueza de su sabor a tierra), y el de Mandheling, en Padang al oeste de Sumatra (de color chocolate, con sabores que recuerdan a tierra y corteza de árbol; de baja acidez en la taza, complejo, con cuerpo, y notas de chocolate y azúcar moreno).

Café de origen Polinesia

La Polinesia nos conecta ya ambos continentes, en el final de nuestra ruta por los cafés de origen. Llegamos a la isla de Hawái, en concreto a Kona, donde se cultiva una variedad de arábica originaria de Brasil, que destaca por su acidez media-alta y un cuerpo consistente, unidos a un aroma fino y casi dulce. De hecho, es el café que se sirve a las visitas oficiales en la Casa Blanca estadounidense.

Café de origen Oceanía

Y por último, los dos grandes cafés de Oceanía, el Papúa Nueva Guinea, con un perfume muy pronunciado y tenaz, buen cuerpo y acidez, y matices herbales. Un café dulce, de sabor suave, y colmado en boca. Y el Australia Skybury –lo mismo que hemos dicho de la residencia del presidente estadounidense: el café oficial de la Reina de Inglaterra–, un sabor limpio en boca, de intensidad media y perfume pronunciado. Lo que se dice, una taza de alta calidad.

Del café se dice que puede ser especiado, floral, frutado, herbal… según las 110 descripciones admitidas por los expertos internacionales, que clasifican el café especial. Ahora, una estudiosa carioca propone revolucionar el lenguaje para definir nuestra bebida favorita: la experta Emilia Ricardi ha ideado un sistema basado en las emociones humanas, dado que considera que, en realidad, existe una mezcla de observaciones objetivas e impresiones subjetivas. Por eso propone para el café “etiquetas” algo menos científicas, aunque más coloquiales: amable, feliz, despierto, preocupado, sociable, salvaje…

¿Qué opinas tú de estas novedosas 26 denominaciones que llevan la degustación de los cafés de origen a un estadio menos técnico, pero mucho más humano?